El minimalismo existencial, o
panminimalismo —como también lo llamé al comenzar a escribir el blog—
es “ la aplicación del minimalismo a todas las esferas de la vida”. El
minimalismo tiene su origen en la arquitectura, pero el concepto ha
permeado en otros ámbitos, como la programación, la música, la
literatura, la gastronomía, la decoración , y el arte y la tecnología
en general.
Parece por tanto que tiene que ver con una cierta forma de vida inspirada por principios minimalistas en
sentido amplio: simplificación vital, centrarse en lo importante,
búsqueda de la felicidad, psicología positiva, desarrollo sostenible,
economía budista, consumo responsable, un ritmo más sosegado de la
existencia (“slow food”, “slow movement”, “slow cities”, etc.), una
cierta estética.
Hay, parece, una cierta reacción contra
el materialismo, los excesos de la sociedad de consumo, la publicidad y
la complicación artificial de la existencia.
Y todo desde un punto de vista práctico;
es decir, es una ética práctica, una ética de la que se derivan métodos y
reglas concretas y directamente aplicables. Distintos minimalistas
existenciales pondrán el énfasis en distintos aspectos éticos, estéticos
y teóricos. –
Existencial (¿y existencialista?)
El apellido existencial es importante.
Hace referencia a la vida o la existencia. Y permite emparentarlo con
el movimiento más amplio en el que se podría insertar: lo que
Tim Ferriss, el autor de la
semana laboral de 4 horas, llamó “
Lifestyle design” , “
diseño del estilo de vida”
o simplemente “diseño de vida” en español. Es algo más que una
estética, es también una ética personal y práctica: nos permite decidir
sobre el curso que queremos que tome nuestra vida.
El concepto “existencial” merece
atención. En cierta manera, todos diseñamos nuestras vidas al decidir
seguir un camino u otro o al tomar decisiones cruciales; pero el diseño
de vida en el que se inscribe el minimalismo existencial hace
referencia a una especial toma de conciencia sobre nuestras
decisiones vitales y a la determinación de considerar la propia
existencia como objeto de creación. Y por lo tanto susceptible de ser inventado, diseñado y decidido.
Hay una conexión, por tanto, con el
existencialismo: estamos condenados a decidir, no podemos no decidir. La
esencia del hombre es que no tiene esencia. En palabras de Sartre: “la
existencia precede a la esencia”. La esencia es materia de decisión
personal y subjetiva y nadie elige por nosotros. Somos arrojados al
mundo –de repente nos encontramos existiendo— y tenemos que decidir cómo
queremos vivir.
Es decir, tenemos que elegir nuestra
esencia. Y esto es algo subjetivo. Según Victor Frankl: “el hombre
tiene la voluntad de encontrar significado y sentido”. La decisión es
individual y es una responsabilidad personal: “Entre el estímulo y la
respuesta existe un espacio. En el espacio se halla el poder de elegir
la respuesta. En la respuesta yacen el crecimiento y la libertad del ser
humano”.
Y según el existencialismo de Frankl
siempre podemos elegir; en última instancia siempre podemos elegir
nuestra actitud ante las circunstancias.–
Dos caminos divergían en un bosque /yo elegí el menos transitado /y eso cambió todo.
–Robert Frost